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Carlos Cuarón invitado de lujo en el segundo aniversario de FILMA

Reciben a la tercera generación con la inauguración de su nuevo campus.

Por Alejandra Flores

 

Cancún, Quintana Roo. 03/09/24.- “Que FILMA surta directores y actores al planeta, pero también a Cancún. Lo que se necesita es producir local”. Con esta frase, el escritor y realizador de cine Carlos Cuarón, cerró la entrevista con la que FILMA Centro de Artes Visuales y Escénicas, celebró su segundo aniversario, la bienvenida a su tercera generación y la inauguración de su nuevo campus.

 

Con el Teatro Álamos como sede, y una sala llena de alumnos, padres de familia y amantes del séptimo arte, Carlos Cuarón arribó al escenario después de un singular acto protocolario que comenzó con un “Happy Birthday” al estilo Marilyn Monroe, con Paola González en la voz y Yoshua Tuero en el violín. Mientras Kairos descendió por la escalera lateral con el pastel y la pirotecnia de una vela que llenó la sala de emoción.

 

Se trata sí, de una fiesta, y a ella acudieron con zapatos altos y vestidos de lentejuelas, también con jeans y playeras negras, botas, plataformas y una gran expectativa: conocerán, por fin, el nuevo campus de FILMA.

 

Para muchos de los asistentes, sentados en primera fila, fue su primer día de escuela, el primer recuerdo de su entrada al sueño colectivo: estudiar cine, animación o actuación, carreras que imparte el único Centro de Artes Visuales y Escénicas en Quintana Roo

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Fortalecer la industria

 

“FILMA es importante porque es lo único que hay en estas tierras, sé que hay carreras relacionadas con la producción de espectáculos en otra universidad, pero esta es una carrera formal que hace industria. En general en México tenemos una muy incipiente industria audiovisual por eso es importantísimo que existan estas iniciativas fuera del centro del país. La idea es que la experiencia sea revolvente, que esta escuela crezca y se genere un círculo virtuoso. A Cancún y al resto de la península, vienen muchísimas producciones de fuera, eso hay que aprovecharlo; significa que hay fuentes de trabajo y, lo que está faltando es gente especializada”, subrayó en breve entrevista, Carlos Cuarón.

 

Minutos antes, en evento privado, el guionista de “Sólo con tu pareja”, tomó el micrófono para ofrecer un último mensaje a los cerca de docientos estudiantes que en corro, sentados en el piso, en las escaleras o de pie, escucharon sus consejos en torno a la noción de éxito. “No crean en el espejismo”, dijo. Y les invitó a aprender, a divertirse en esta nueva “catedral del conocimiento, en esta discoteca del conocimiento… en esta casa donde son semilla que germinará con el tiempo. Crezcan produciendo”.

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De la fiesta a la entrevista

 

La música de DJ, los vasos con aguas frescas adornados con sombrillas y los canapés circularon al por mayor. En cada mesa, en cada grupo, se comentaba lo vivido, lo sentipensado sentipensado a lo largo de esa hora y media que duró la entrevista que Diego Ugalde, director de FILMA realizó a Cuarón. 

Entre amigos se recordaban las anécdotas contadas por el director de “Rudo y Cursi” y así volvían a sonar las risas y a sentirse los asombros: “Gran charla”, “Qué interesante vida”, “Que lujo de generación: El Chivo, El Negro… ¡Y que sean ellos tus coaches!”.

 

Se habló de la larga fila de autos para llegar al lugar, del calor que se sentía en el cuerpo, no sólo por los 30° y el bochorno de la tarde después de la lluvia, sino por la oportunidad de escuchar al cineasta, al hermano menor de Alfonso, al cineasta que mostró al mundo la belleza de Sian Ka’an en “Amalgama”.

 

Se festejó el poder de convocatoria y el teatro lleno. 

 

“Siempre es un halago ver un teatro lleno”, dijo Cuarón al tomar su lugar en un amplio sillón de respaldo alto. “Es una sonrisa al corazón”, subrayó mientras las miradas observaban con atención no sólo su expresión sino el gallo rojo en su playera negra.

 

“¿Cómo fue tu experiencia universitaria?”, fue la primera pregunta de Diego Ugalde. Entonces fue posible imaginar a un Carlos Cuarón adolescente, viajando de intercambio a Dinamarca, sin saber danés, en un “pueblo chiquito y pitero”, donde leía en inglés todo lo que llegaba a sus manos, fuera de Sudáfrica, Australia o Inglaterra. Fue posible imaginarlo en la Facultad de Filosofía y Letras, en la UNAM, estudiando Letras Inglesas a la que entró “pensando que no le iban a enseñar a escribir, pero sí a leer, a saber de técnicas, de trama, de espacios, de construcción de personajes”.

 

“El cabrón de mi hermano me dijo: Si lo que tú quieres es escribir, escribe mis guiones. Él estaba haciendo “La hora marcada”, que fue toda una escuela. Me acuerdo que le dije: A poco las películas se escriben ¿te cae? No seas tonto, me contestó. Él había sido asistente de Luis Mandoki y me dio uno de los guiones que recibía… ese acto fue como hacer una carrera, así aprendí la estructura en actos, esa fue mi etapa universitaria”.

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El cine: mi amante

 

Carlos Cuarón mueve las manos cuando habla, así subraya una idea, como dibujándola con la posición de sus dedos.

 

“El cine es mi amante, pero mi pareja es la literatura”, afirmó en una conversación que estuvo plagada de referencias: Marco Augusto Almazán y su humorismo satírico, ”El guardián en el centeno”, de Jerome David Salinger; la poesía mínima de Efraín Huerta; o la idea que acuña, sobre la soledad, el poeta y cineasta Andréi Tarkovsky.

 

Entonces Carlos confiesa que en el acto solitario de la escritura “nunca me he sentido solo”, sin embargo, cuando filma una película, rodeado de más de 100 personas que le ayudan a hacerla posible, “ahí sí me he sentido solo porque… nadie me entiende”. 

 

"Todo es autobiográfico"

 

Cuarón bromea, juega con su voz, domina la escena. Contesta cada pregunta con la certeza de quien “ya ha pasado por ahí”; con la seguridad de quien se ha tomado el tiempo para explorar la filosofía tántrica-budista-védica y comparte su verdad en calma. 

 

Así comparte, por ejemplo, la polisemia de su cinta “Amalgama”, donde los protagonistas, todos ellos dentistas, son su pretexto para hablar del dolor, del miedo, de la necesidad de huir, de aislarse. Explicó que en todas sus películas hay un guiño hacia su biografía porque “todo lo que creamos, de alguna manera, es autobiográfico”.

 

Compartió la anécdota de cuando una mucama abrió la puerta de su cuarto de hotel “y me agarró en bolas”, que dio origen a la idea del corto “Noche de bodas”; recordó que el nombre de “Rudo y Cursi” surgió de una vez que hizo un viaje a Colorado, “llevaba un sombrero…” y escuchó la conversación de un par de hermanos. El pequeño le dijo al grande, en inglés: “Se ve bien rudo”. Y el hermano le contestó: “No, se ve bien cursi”. Contó que “Y tu mamá también”, es una alegoría a un viaje que hizo con su hermano, en el auto que les prestó su madre.

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"Observar con todos los sentidos"

 

Para Carlos Cuarón, la suya es una sensibilidad que está abierta, de forma permanente, a la observación. “La idea es estar abierto a la experiencia y observar con todos los sentidos, incluida la intuición”.

 

Así es como surgen los nombres de sus personajes, a quienes no sólo bautiza con antelación, también crea para ellos una biografía que incluye los detalles de su nacimiento, “porque no es lo mismo nacer en Neza que en Tulum”. “Esto lo aprendí de mi hermano: contexto es personaje”.

 

“¿Cómo sabes que tienes un guión a prueba de balas?”, pregunta Diego Ugalde. Carlos Cuarón ríe antes de contestar: “Nunca lo sabes. Para nadar hay que lanzarse a la alberca… y luego, en el cuarto de edición dejamos pedazos filmados que no sirven… A veces somos como Sísifo, una y otra y otra vez… pero hay que aprender a soltar, el famoso desapego…”

 

También Carlos Cuarón sabe del fracaso y asume que “lo que lleva al éxito es el fracaso”. “Ser tolerantes al fracaso y ver cómo respondes a él, sí haciéndote bolita o al contrario, eso es lo que importa. Claro, duele; a todos nos duele. A Spielberg igual que a mí. ¿Y ahora qué? Pues a hacerlo una y otra vez, y otra vez. El chiste es saber levantarnos”.

 

El realizador también habló de la improvisación, a la que “siempre hay que llegar preparados”. “Si no llegas bien preparado a la improvisación, no la aconsejo. Llegar bien preparado, te da chance de improvisar”. Entonces contó la historia donde, al no tener permisos para filmar en la calle, con la policía encima, y después de “caminar el set”, tomó la decisión de cambiar el plano: “desde el lobby del hotel, dónde sí teníamos permiso, y no desde la calle”.

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El cielo y el infierno

 

También los alumnos de FILMA tuvieron la oportunidad de hacer preguntas. Una joven preguntó: ¿Cuál fue la crítica o el consejo más duro que cambió su vida para siempre? La respuesta destacó por su aleccionadora fuerza. “No fue una crítica ni un consejo. Fue una anécdota. Estábamos en la gala de ‘Solo con tu pareja´, la ovación fue de pie y muy larga, fue muy bonito, muy impactante, éramos y no sabíamos cómo reaccionar. Me voy a ahorrar contarles la borrachera, pero al día siguiente la cinta se exhibió en otros cines, con público en general, de carne y hueso. Al final del primer acto, cuando Jiménez Cacho recibe un diagnóstico falso de SIDA, un sonido de consternación se escuchó en la sala. Luego, la mitad del cine se paró y se fue, indignada. Bien dicen que la tragedia es comedia con el tiempo. Pero nosotros nos estábamos riendo en tiempo real, cuando el SIDA era una pandemia, un estigma para la comunidad LGBTQ+. Fue una gran lección. Así conocí, muy chavo: el cielo y el infierno”.

 

La fiesta continúa

 

FILMA está de fiesta. Cinco escalones para entrar al nuevo campus; tres arcos para cruzar el umbral; un amplio lobby central y, a los costados, sendas escalinatas que llevan los tres niveles del edificio. Sus aulas, laboratorios, islas de edición, esperan a las primeras generaciones: jóvenes cancunenses que están haciendo historia. Cada cual lleva en sus miradas el sueño solitario y colectivo de llevar a la pantalla grande, sus talentos. Y con ellos, están sus mentores, especialistas en artes visuales y escénicas que forman ya, una familia extendida. Salud y larga vida al séptimo arte en Cancún.

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